Hace nueve años, por herencia de su abuela, Faridy de 29 años de edad, decidió convertirse en paramédico y ayudar a la gente ante alguna situación de riesgo. A su corta edad, la paramédico del grupo Relámpagos de Protección Civil Municipal de Puebla, ha pasado por diversas experiencias que le han marcado la vida, incluso ahora ante la pandemia por el Covid-19 extrema precauciones para no contagiarse y tampoco afectar a su familia.
Con su uniforme de socorrista y una sonrisa difícil de disimular, Faridy Romano se dijo orgullosa de pertenecer a Protección Civil del municipio, corporación a la cual desde hace años buscaba integrarse: aunque el camino fue difícil, hace apenas dos semanas recibió la noticia de su contratación.
Pese a los riesgos que ellos como paramédicos y todos los trabajadores del sector salud corren ante la pandemia del Coronavirus, la joven no deja de trabajar ni un sólo día. Aunque sus jornadas comienzan a las 8 de la mañana y terminan a las 8 de la noche, la labor para Faridy es de lunes a domingo, no solo en la Secretaría de Protección Civil y Gestión Integral de Riesgos de Puebla, sino también en el Sistema de Urgencias Médicas Avanzadas (SUMA), dando apoyo en ambulancias y en el Centro Regulador de Urgencias Médicas (CRUM).
Con la bendición y el apoyo de su familia, la paramédico sale de su casa sin saber a las situaciones a las que se enfrentará, sin embargo, a los largo de nueve años la joven ha aprendido a extremar precauciones y ahora por el Coronavirus, las medidas de prevención se redoblan.
El uso de careta, cubrebocas, guantes y el lavarse constantemente las manos, se ha convertido en un hábito sumamente importante para ella y todos sus compañeros que desconocen si la persona a la que van a atender pudiera estar contagiada.
Consciente de la situación y para minimizar riesgos, Faridy siempre se cambia de ropa antes de entrar a casa, para luego desinfectarse y darse un baño, e incluso ha optado por tener el menos contacto posible con cada uno de los miembros de su familia.
A pesar de todo lo anterior, la especialista de la medicina no duda ni un momento en ayudar a la gente que lo necesite, pues su mayor satisfacción se centra en apoyar a la gente, en verla sana y que ante algún accidente, salve la vida.
Hoy sus padres se dicen orgullosos de tener una hija empeñada en superarse y dar lo mejor de sí con los pacientes, lo cual es una herencia familiar, pues su abuela quien ya es jubilada, se desempeñó como enfermera durante muchos años, sus anécdotas y la forma en la que las contaba, llamaron la atención de Faridy, quien de pequeña entró a un grupo de scouts y luego, al concluir la universidad, decidió cursar la carrera de Técnico Superior Universitario en Urgencias Médicas y Atención de Desastres, para finalmente empezar a trabajar, recordando siempre la importancia de una buena primera atención, ya que la vida y la muerte pasan en tan solo un instante.
Incluso a la fecha, la joven tiene muy presente un accidente que en sus inicios la marco, ya que vio sufrir a una familia completa de meseros, la cual volcó sobre la federal a Atlixco, donde todos los integrantes resultaron gravemente heridos; a pesar de los esfuerzos realizados en el lugar, la mamá y el padre de familia murieron camino al hospital, mientras que los hijos fueron llevados a un nosocomio con estado de salud grave.
En este Día Internacional del Paramédico, para Faridy el formar parte de dos corporaciones de ayuda prehospitalaria, es lo mejor que le ha podido pasar en la vida, y con orgullo porta el uniforme de Protección Civil Municipal, así como de SUMA.