Sentir episodios de ansiedad, angustia, miedo o tristeza a lo largo de esta crisis sanitaria por Covid-19, es normal, sin embargo, es importante identificar cuando estos sentimientos afectan la salud mental de las personas, es decir, cuando persisten por mucho tiempo, incrementa la intensidad o si interfieren con la funcionalidad de la persona a tal grado que representen señales de alarma de conducta suicida, compartió la directora de Normatividad y Coordinación Institucional del Secretariado Técnico del Consejo Nacional de Salud Mental (STCONSAME), Diana Iris Tejadilla Orozco.
En el marco del Día Mundial para la Prevención del Suicidio que se conmemora cada 10 de septiembre, la especialista explicó que a nivel mundial el suicidio se ubica como la segunda causa de muerte en jóvenes de 15 a 29 años de edad, de acuerdo con datos de 2014 de la Organización Mundial de la Salud (OMS), y en el caso de México, la tasa más alta de conducta suicida se registra en varones de 20 a 24 años, de acuerdo con el Inegi.
Asimismo, cifras de la OMS refieren que cada 40 segundos una persona pierde la vida por autolesión. En México, de acuerdo con cifras del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), de cada 10 suicidios registrados, ocho son hombres y dos mujeres.
Por su parte, la doctora Dulce María Judith Pérez Torres, sicóloga social y responsable de formación de sicólogos en el área sicosocial de la Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla (UPAEP) destacó que el suicidio es un trastorno de la personalidad que implica cambios en la relación de afecto, cognición y las funciones neurovegetativas, lo que implica que las personas puedan iniciar con una depresión leve a una depresión más profunda.
La especialista indicó que es importante detectar focos rojos en la conducta de nuestros allegados para generar redes de apoyo con aquella persona que está atravesando por una crisis emocional. “Si una persona reiteradamente dice que se quiere morir, o que la vida no vale nada, o que no se quiere bañar, no quiere comer, constantemente está de malas y se aísla; esto puede ser un foco rojo para que los que viven junto a la personas estén muy atentos de lo que está sucediendo”, indicó.
Compartió que desde su perspectiva, los trastornos sicológicos y pensamientos suicidas pueden incrementar derivado del contexto de la pandemia y el confinamiento, toda vez que hay personas que han enfrentado pérdidas desde laborales, económicas hasta familiares.
“Creo que sí puede incrementar, por lo que he estudiado y por la cifras que se observan de maltrato, economía y movilidad; en las personas que no aceptan cuál es su meta dentro de la pandemia y fuera de la pandemia, van a ser sujetos proclives a pensar en una agresión corporal o una pérdida de la vida por su propia mano”, indicó.
La situación económica, las pérdidas familiares y no saber qué hacer en “la nueva realidad” está afectando emocionalmente a las personas, por lo que pidió acercarse a los profesionales, ya sea a los especialistas en sicología y siquiatría para encontrar una orientación y complementar el día a día con actividades que generen alegría, distracción y pensamientos positivos junto con las personas que nos rodean.