El martes 18 de marzo de 1975, esta casa editorial, El Sol de Puebla, dio a conocer el secuestro de Alfonso Tagle Cobo, quien el domingo había acudido a misa y sin más, fue sustraído por hampones para pedir un jugoso rescate a cambio de su vida.
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La noticia conmocionó a miles de poblanos que no daban crédito de lo ocurrido a la connotada familia e hizo advertir a la sociedad la necesidad de crear unión y fuerza contra la delincuencia.
Así ocurrieron los hechos
Era la tarde del domingo 16 de abril cuando, tal y como es costumbre del poblano, Alfonso Tagle Cobo, de 15 años de edad, acudió a misa a la iglesia de El Cielo, ubicada en la colonia La Paz.
El oficio religioso transcurrió con normalidad, y después de dar gracias y recibir la bendición por parte del sacerdote oficiante, los presentes comenzaron a salir del templo en orden.
Algunas personas observaron a Alfonso solo, pero otras aseguraron haberlo visto abandonar la iglesia seguido muy de cerca por dos jóvenes con quienes bajó la escalinata del recinto para abordar el automóvil Ford Maverick modelo 72, que le había prestado su padre para asistir a misa.
A pesar de que no regresó pronto a casa, sus padres no advirtieron que estuviera en peligro, porque aseguraron que su hijo era un chico bueno y responsable tanto con su familia como en el colegio, con sus maestros y amigos.
Eran las 21:30 horas cuando sonó el teléfono fijo de la casa y, el padre del joven, Alfonso Tagle Silva, quien estaba con su esposa, Rosa y su hija, Rosa Margarita, contestó la llamada. Una voz nítida le informó que su coche estaba frente a la casa abandonada de la calle Tehuacán número 91, y sin más preámbulo le dijo: “Tenemos en nuestro poder a su hijo”, y colgó.
Así comenzó el calvario que mantuvo a la familia Tagle Cobo en vilo al no saber el estado en que se encontraba su hijo adolescente.
Al día siguiente, lunes 17 de marzo, y con la zozobra de lo ocurrido, el doctor Tagle, quien era cirujano dentista, se fue a su consultorio. Al sitio llegó un niño mandadero de la Comercial Mexicana para entregarle un mensaje, explicándole que un joven se lo había dado para que se lo diera en propia mano.
El mensaje decía, doctor Tagle, en manuscrito, y enseguida, con letra de molde, se leía: “Para que su hijo no vaya a sufrir un atentado en el que pudiera perder la vida, debe entregar un millón de pesos en una bolsa negra de baño. El miércoles recibirá instrucciones”, fue firmado con las iniciales M.P.L.
Piden reconsiderar el monto del rescate
Para que su hijo no sufriera daño alguno e informar a sus secuestradores que no contaba con el capital solicitado, ese mismo día, el doctor Tagle solicitó la presencia de la prensa en su domicilio ubicado en Chietla 905, colonia La Paz.
La familia estaba moralmente desecha y el padre, visiblemente abatido, dijo que no sabía porque lo habían elegido a él para esta malsana acción y que no había razón alguna para hacerle daño a su hijo. Y con la voz entrecortada aseguró:
“'Popo' (como familiarmente llamaban al joven) es mi único hijo varón, púes mi primogénita Rosa Margarita, de 19 años, es mujer. Mi hijo vale más de un millón y tengan ustedes la seguridad de que si yo tuviera ese dinero, en este instante lo entregaría para su salvación”.
“Ni en diez años de trabajo profesional puedo yo reunir el millón de pesos, pues si bien es cierto que vivo con modesta comodidad, honradamente no tengo más patrimonio que esta casa, por cuya construcción tengo un saldo insoluto de 75 mil pesos que tengo que liquidar en el banco y mi cuenta personal la manejo con mis gastos más ingentes (grandes)”, agregó.
Enseguida se dirigió a los plagiarios pidiéndoles que reconsideraran sus pretensiones y respetaran la vida de su hijo, al tiempo que señaló que él haría un esfuerzo sobrehumano para resolver el problema dentro de sus limitaciones económicas, pero advirtió que solo daría lo que personalmente pudiera reunir.
“En todos los actos de mi vida he tratado de hacer el bien, de ayudar al prójimo; practico toda clase de ayudas dado que soy miembro de un club de servicio, solo quiero que estos señores me ayuden (…) Ya he solicitado a las autoridades, particularmente a las policías preventiva y judicial, para que no actúen, incluso hablé con el gobernador del estado quien está conforme con mi petición”, advirtió.
“Por la vida de mi hijo estoy dispuesto a dar mi propia vida, sin embargo voy a tratar entre mis amistades, si me pueden ayudar y ver cuánto es lo más que puedo reunir para los plagiarios”, enfatizó.
Para finalizar, agradeció las llamadas de apoyo por parte de los profesores del Colegio Americano en donde estudiaba su hijo, así como de sus compañeros de clase, amigos y colegas suyos, quienes aseguro, le dieron un respaldo moral que agradecía infinitamente.
La incertidumbre de la espera
Durante dos días consecutivos la familia estuvo en la incertidumbre por no tener noticias y no saber el estado de salud de “Popo”. Abatidos por la presión nerviosa y la tortura moral a la que fueron expuestos, el matrimonio Tagle Cobo, tuvo que ser sometido a vigilancia médica, por lo que algunos pariente se fueron a apostar en su casa en espera de una posible llamada de los secuestradores.
Los parientes estaban esperanzados de tener contacto con los plagiaros para interceder mediante un diálogo y que estos reconsideraran la suma solicitada como rescate, porque para ellos era materialmente imposible reunir el millón de pesos.
Pero la familia Tagle Cobo, no estaba sola, la sociedad poblana estuvo dispuesta a contribuir económicamente al rescate de Alfonso para pagar la suma que pedían los secuestradores por la vida del joven. Incluso, esta editorial, El Sol de Puebla, estuvo dispuesto a organizar una colecta pública que había sido sugerida por los lectores, para reunir los fondos necesarios y solucionar este penoso caso que tanto conmovió a la opinión pública.
El desenlace del secuestro
Desecho, pero con el rostro iluminado, el doctor Tagle corrió a la puerta de su casa cuando su hijo Alfonso regresó sano y salvo el jueves 20 de marzo, a las 12:30 horas, después de 86 horas de secuestro y de haberle entregado a los plagiarios medio millón de pesos como rescate.
Para poder solventar el pago de medio millón de pesos, el doctor Tagle obtuvo prestamos en el Banco de Comercio y de familiares y amigos, pero su patrimonio quedó comprometido.
El hecho, que provocó una grave pena en una familia honesta y estimada de Puebla, causó tanta indignación en la sociedad, que esta exigió a la policía poblana mostrar su capacidad poniendo tras las rejas a los delincuentes.
Un grupo de empresarios propuso la creación de un fondo de 5 millones de pesos como recompensa para quien pudiera proporcionar informes de los secuestradores. Dicho fondo se reuniría con la aportación de la ciudadanía, incluyendo a las autoridades gubernamentales y municipales.
Días después, la policía dio a conocer que, una vez que los delincuentes sustrajeron a Tagle y dejaron su auto frente a la casa abandonada de La Paz, utilizaron un Ford Falcon de dos puertas, modelo 65 o 66, de color rojo con toldo blanco y vestiduras del mismo color.
Según las declaraciones que dio Alfonso Tagle Cobo cuando fue liberado, sus plagiaros lo habían mantenido entre Puebla y Atlixco. La policía aseguró que la madrugada del día que lo soltaron, lo llevaron de esta ciudad a Cuautla, Morelos, en un automóvil Ford Mustang modelo 73 o 74, color rojo con franjas blancas en la parte baja del vehículo.
Trascendió que los Servicios Especiales de Investigación de la Policía habían trabajado en el caso a pesar de la petición de la familia de no intervenir y esperaban obtener resultados positivos para dar con el paradero de los autores del secuestro.