Las personas con un familiar desaparecido viven un duelo discontinuo, ya que no saben en realidad lo qué pasó con su ser querido. El duelo consta de muchas fases, de dolor, tristeza, incertidumbre, pero el recuerdo de las personas que hoy no están a su lado es más fuerte. Ese anhelo de volverlos a ver y el hambre de justicia, hace que se mantengan en pie de lucha, y un claro ejemplo de ello, es Rocío Limón, madre de Paulina Camargo.
La memoria de los humanos trabaja de maneras inexplicables. Rocío Limón puede olvidarse detalladamente de lo que hizo un día anterior, pero no borra de su mente lo que pasó el 25 de agosto del 2015, el último día que vio a su hija menor. Era un martes y Paulina había acordado tener una reunión con su expareja y padre de su futuro bebé (tenía 4 meses de embarazo). Este hombre al principio no quiso hacerse responsable, pero luego de varias semanas pidió hablar con ella.
Los padres de Paulina creyeron que todo mejoraría después de esa reunión, pero la fe se perdió en las siguientes horas, cuando vieron que no regresó a su hogar. Acudieron a la entonces Procuraduría General de Justicia para interponer la denuncia y señalaron a la expareja como el principal sospechoso. Hubo movilizaciones por redes sociales, marchas, muchas exigencias para las autoridades. Sin embargo, hasta el día de hoy, se desconoce el paradero de Paulina.
Este 25 de agosto se cumplen ocho años desde que ocurrió el hecho. Por tal motivo, El Sol de Puebla entrevistó a Rocío Limón, una mujer que nunca pensó en convertirse en activista, pero que actualmente lo es, y apoya casos de feminicidios y de familias con personas desaparecidas para que encuentren la justicia que ella tiene a medias. En este material, relatará sus recuerdos de Paulina y el difícil proceso de no saber que ocurrió con un ser querido.
“Paulina era mi compañera, mi consejera y mi protectora"
Al preguntarle a la señora Rocío Limón ¿quién es Paulina Camargo?, sus ojos se hacen grandes. Esos ojos la delatan cuando habla de alguien que ama, pues le brillan. Los recuerdos le llegan como ráfaga y de inmediato esboza una sonrisa acompañada de sentimientos encontrados.
“Paulina es mi hija. Ella tenía 19 años, estaba embarazada de mi nietecito, acababa de cumplir años el 23 de julio y en ese 2015 estaba prácticamente cumpliendo un mes de su festejo. En su cumpleaños ella guisó, nos hizo tapas de diferentes sabores y nos dijo que compraría vino para nosotros, que ella no podía tomar porque estaba recibiendo el mejor regalo que Diosito le pudo haber dado”, respondió.
Cuando desapareció, Paulina era una mujer muy joven, pero siempre destacó por su temple de acero y sus decisiones firmes para enfrentar la vida. Para su madre, ella fue una persona trabajadora, risueña, cariñosa, amiguera, directa, elocuente, una joven muy bailarina y uno de sus sueños era estudiar la licenciatura en Actuaría de la BUAP.
“Desde muy pequeña ella quiso ser la que guiaba a la familia, hacía las reuniones familiares y cuando había problemas en casa, hacía juntas familiares. Fue una persona muy espiritual y no hablo de religión, sino que creía en la trascendencia del alma y ella sentía que tenía dones porque soñaba cosas y tenía experiencias que otras personas no tienen”, comentó.
Aunque siempre fue una mujer de carácter fuerte -de acuerdo con su madre-, también soñó con encontrar el amor, esa persona especial que te hace sentir querida, segura, como si su historia fuera sacada de una película romántica. Desgraciadamente, la persona que dijo quererla en algún momento, ahora es el principal sospechoso de su desaparición.
“Yo nunca la consideré como un perfil bajo. En relación con la emoción, tenía ganas de algo firme, aunque tomó la decisión de tener ese enamoramiento que va más allá. Le entregó todo como mujer, su confianza y amor (…), ella era una mujer muy confiable, si se consideraba tu amiga, nunca te iba a dejar solo, era muy leal”, agregó.
Otro punto que destacó su mamá, es que era una joven rescatista de perros. Ella decía que tenía el privilegio de que los perros la eligieran y llegó a darle casa a 20 canes. Una de esas perritas tuvo 12 cachorros, de los cuales, se quedó con cuatro y a los demás les buscó casa.
“Le encantaban los perros, las plantas y esto que estoy contando lo hacíamos juntas, ella los rescataba, yo les daba de comer, teníamos un intercambio. Al final lo que ella dejó en nuestra casa fue mucho amor, mucha compañía”, compartió.
Su madre cree que tenían una conexión especial, pues, aunque eran madre e hija, parecían más amigas. Unas amigas que iban juntas al cine, a tomar el café y se imaginaban las historias de vida de las personas que pasaban enfrente de ellas.
“Su flor favorita era el girasol y he visto tristemente que muchas jóvenes víctimas de feminicidio tienen afinidad con esa flor, como que resaltan en muchos casos. Puedo hablar horas de Paulina, ella era mi compañera, mi consejera, mi protectora”, admitió.
Un misterio su paradero
Desde el embarazo, Rocío supo que Paulina llegaría al mundo para darle felicidad. Fue una gestación muy sana, “sentía el aleteo de las mariposas” y justo esas mariposas y las libélulas, se volvieron en una especie de señal para sentir la presencia de Pau en casa. Desde que ella desapareció, ven mariposas en la sala, en su carro y aunque a veces creen que son indicios de que está bien, en otras consideran que son anuncios de que está en otra realidad ajena a la de este mundo.
“Después de esta situación que hemos vivido, curiosamente empezamos a ver mariposas dentro de la casa y de verdad, son cosas que solamente los que lo viven, las puede creer. Había una conexión que ella tenía con los colibrís y yo le contaba cuando era chiquita de las libélulas, que eran almas o hadas que nos visitaban a los seres humanos y hoy las veo constantemente”, agregó.
Así es el día a día de una familia con una persona desaparecida, las víctimas de una desaparición no solamente son las personas que no se encuentran, sino sus familiares, quienes se quedan esperando un regreso que pocas veces ocurre. En suma, hay que recordar que el caso de Paulina sigue abierto y continúa siendo un misterio su paradero.
El acusado acudió de manera voluntaria ante las autoridades
Desde el 2015, las autoridades llamaron a su expareja a declarar y acudió de manera voluntaria en calidad de presentado. Desde ese momento, fue detenido, inicialmente inculpado de falsedad de declaraciones y al siguiente año se le imputó el delito de homicidio simple y aborto. En su momento, hubo varias búsquedas para encontrar a Pau, pero siguen sin hallarla.
La madre de Paulina recordó que dos veces (dos jueces diferentes), le han dictado una condena “absurda” de 16 años y seis meses, esto se debe a que no hay “cuerpo de delito”. La defensa de la contraparte ha interpuesto amparos en varias ocasiones, pero no han logrado su liberación.
En el 2017 cuando se implementó la Ley de Desaparecidos en Puebla, la familia de Paulina denunció su desaparición, pero no sirvió de nada, pues han pasado ocho años y no la ha encontrado. Inclusive, la madre considera que las autoridades protegieron a la expareja en su momento y que le permitieron muchos amparos sin argumento sólido.
“Paulina me hizo ser madre y me dio la oportunidad de amar, me llenó de seguridad y gracias a ella creía que todos los seres humanos eran buenos (…); después de la desaparición se rompió mucho mi confianza, porque yo la dejé con ese individuo y jamás pensé que en su mente y corazón le haría algo. Fue un desalmado, no hay alma en él, nunca hubo arrepentimiento, fue frío y se expresó de mi nieto como la cosa que llevas adentro (…); nos duele porque hasta el momento no tenemos certeza de que pasó”, lamentó.
La incertidumbre duele, principalmente porque a lo largo de estos años a los familiares les han dicho muchas cosas del caso: “Ya está muerta”, “la mató y la tiró a la basura”, “la asesinó y la tiró debajo de un puente”, “la incineró”, “la descuartizó y se la aventó a los perros”, “está en un tambo lleno de cemento”, son solo algunos de los comentarios que tienen que escuchar y afrontar los seres queridos de Paulina.
Pero la realidad, es que nadie sabe a ciencia cierta lo que ocurrió.
Desaparición de Paulina dejó a una madre muerta en vida
Pese a que este hecho la dejó muerta en vida, Rocío no se quedó con los brazos cruzados. Los primeros años, la Fiscalía se convirtió en su segunda casa y pasaba gran parte de su tiempo ahí, exigiendo que aceleraran el proceso. Posteriormente salió a marchar, así como a manifestarse y esa adrenalina fue la que la impulsó para salir adelante.
“Los primeros años fueron de total ausencia, aunque físicamente me podías ver, espiritualmente yo no estaba. Fue muy extraño, entendí cuando te dicen que estás muerta en vida porque no te interesa nada, dejé de escuchar música, de ver tele, y ese triste proceso lo llevó toda la familia. No me imagino que hubiera hecho sin mi familia, y no puedo imaginar pasar a una madre por esto sin apoyo”, expuso.
Al principio, Rocío tuvo miedo de todo lo que estaba viviendo y mucha culpa, pero con el tiempo, entendió que Paulina nunca quiso arrebatarle a su expareja la oportunidad de ser padre, que sus valores eran muy fuertes, y, por ende, cuando este hombre pidió verla después de varios meses de haberse ausentado, ella accedió.
“Ese 25 de agosto, él llegó al consultorio y vi en él algo que ya había visto en algún momento. Sí, vi esa fase, era algo diferente. Llegó sudoroso, como si hubiera corrido mucho, muy nervioso. Tenía 19 años y pensé que estaba nervioso de vernos porque tenía un tiempo que dejamos de verlo. Nos pidió disculpas y le pidió disculpas a ella. A ella no se le iluminó la vida, estaba molesta, pues él había tenido una actitud fea en meses anteriores, hubo falta de apoyo, interés, pero principalmente no fue franco”, recordó.
Aunque su actitud fue extraña, Rocío aceptó que no le dijo a Paulina que no fuera a su cita, ni siquiera sugirió que hablaran en su domicilio. Ella confió en ese ser humano, tal y como su hija lo hizo, pues Paulina tenía esa característica, veía el lado bueno de las personas y tenía fe en la humanidad.
Algunas personas pensarían que después de un hecho así se pierde la fe en Dios y en los otros, pero la señora “Chio” sigue creyendo que hay gente buena, gente que hace el bien, gente que sigue creyendo en la justicia. Y este 25 de agosto, es la oportunidad perfecta para brindarle otro voto de confianza a las autoridades, ya que, en su momento, a ella le dieron la espalda y le dijeron que algún día aparecería su hija muerta en algún predio.
Para finalizar, pidió que le sigan informando si tienen aluna nueva pista y que preparen a su personal para que traten a los familiares de una persona desaparecida con dignidad y respeto. En este punto también pidió que armen bien las carpetas de investigación y que no abandonen los casos hasta que se cierren en su totalidad.
"Si el Estado y las instituciones no tuvieran fallas yo no estaría aquí, estaría viviendo por fin mi duelo continuo, probablemente en otra posición. Si Paulina me pudiera decir algo, me diría: mamá, para delante (…). A un año más, el llamado a las autoridades que nos mantengan las puertas abiertas, que estén en comunicación con nosotros, que no nos traten como invisibles, yo no los culpo, pero les pido que hagan su trabajo”, concluyó.