El lago artificial de la Presa de Valsequillo fue planeado a partir de que ésta se construyó. Cuando la presa se inauguró en 1946, el lago se convirtió en el balneario de moda para la jet-set poblana. Pero era un paraíso cercano a la ciudad al que podía acudir toda la población para hacer días de campo o disfrutar paseos en lancha que ofrecía la gente de la zona.
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Por imprudencia, irresponsabilidad o ignorancia, durante la segunda mitad del siglo XX, muchas personas perecieron ahí.
Entre las múltiples personas que perdieron la vida en el lago está el caso de tres jóvenes que se ahogaron por la imprudencia de la persona encargada al mando de una lancha, misma suerte que corrió dicha persona porque también falleció en el accidente.
Se ahogaron por imprudencia
Era el domingo 19 de mayo de 1972 cuando Guillermo, Roberto, Carlos, Leopoldo y Jaime Aguilar Argüelles, además de la joven, Sara Higinio, se dirigieron al lago para disfrutar el asoleado día que imperaba.
Los jóvenes llegaron al lago a las 14:00 horas y cuando estaban en el lugar conocido como “La Boquilla”, Alberto García los ofreció subir a la lancha para trasladarlos a la otra orilla del lago. Los jóvenes subieron confiados en que el lanchero sabía conducir la lancha de motor que abordaron, pero no era así.
Durante el trayecto, el motor de la lancha se apagó varias veces entonces al irresponsable lanchero se le hizo fácil imprimirle mayor velocidad para llegar cuanto antes a la orilla; pero lo que sucedió fue que el agua comenzó a entrar al bote hasta que se volteó.
“Uno de los supervivientes, Guillermo Águila Argüelles, al relatar los funestos hechos al delegado en turno del Ministerio Público, dijo que él trataba de decir al lanchero que aminorara la velocidad pero éste parecía ignorar sus súplicas y aceleraba más y más hasta que se produjo la volcadura de la frágil embarcación”, se lee en la publicación de este diario, El Sol de Puebla, del martes 21 de marzo, cuando se rescataron los cuerpos.
El desconocimiento del lanchero Alberto García, era tal que además de no saber navegar, sobrecargó con siete pasajeros, una lancha que tenía capacidad para cinco ocupantes. Esto aunado al exceso de velocidad que le imprimió a la nave, propició la tragedia.
Los supervivientes dijeron además, que ninguna de las personas que viajaban en la lancha sabía nadar. Ellos se aferraron al casco de la embarcación y pudieron ser rescatados por otras lanchas que llegaron a los pocos minutos refiere la nota.
Los padres de Alberto García, el lanchero, dijeron que el bote en la que falleció su hijo y los tres jóvenes, estaba a su cuidado porque él trabajaba como encargado de una cabaña en la que los dueños tenían encerrada la embarcación. Las autoridades supusieron que en alguna ocasión Alberto observó cómo se accionaba el motor y se sintió capaz de conducir.
Rescate frustrado y salvamento de cuerpos
Según relataron los testigos, eran alrededor de las 17:00 horas cuando los jóvenes abordaron la embarcación. Al llegar a la mitad del lago, observaron que una persona robusta se levantó para cambiar de lugar en la embarcación y fue cuando la lancha se volteó. Entonces, un grupo de personas se lanzó al agua inútilmente, porque al no saber nadar, en pocos minutos las cuatro víctimas desaparecieron bajo el agua.
Los cadáveres de las víctimas no se pudieron rescatar el mismo día domingo porque los elementos de rescate acuático que acudieron al llamado carecían del oxígeno suficiente para el descenso, además cualquier esfuerzo hubiera sido en vano porque estaban cayendo la noche.
Los elementos de la Cruz Roja y de Primeros Auxilios, supusieron que los cadáveres se encontraban entre la maleza del lago, lo que haría más difícil la labor de rescate que iniciaría a los 8.00 horas del día siguiente, lunes 20.
Tras múltiples esfuerzos realizados por elementos de rescate acuático de la Cruz Roja y de Rescate y Primero Auxilios de Puebla, A.C., trabajando en forma mancomunada, se logró ayer (lunes 20) al medio día rescatar los cadáveres de los cuatro jóvenes que perecieron ahogados en el lago de Valsequillo al volcar la lancha en que viajaban detalla la publicación.
Los cuerpos rescatados fueron los de Roberto, Carlos y Leopoldo Águila Argüelles, así como el del lanchero, Alberto García. Sus cadáveres fueron llevados al anfiteatro del Panteón Municipal. Rubén Toquero Franco, delegado tercero del Ministerio Público, desahogó la diligencia respectiva.
Un calambre lo ahogó
Otro lamentable caso fue el de Gerardo Morales López, quien era trabajador de la armadora Volkswagen y con 22 años de edad, se ahogó y su cuerpo jamás fue encontrado.
Era la mañana del domingo 23 de diciembre de 1979, cuando Gerardo y dos de sus amigos llegaron al lago de Valsequillo para disfrutar su día de asueto.
Abordaron una lancha y comenzaron su travesía en el lago, incluso comieron en la embarcación. Cuando llegaron a la zona del Oasis al joven se le antojo nadar y más fresco que una lechuga, se aventó a las heladas aguas del lago sin tomar en cuenta que el agua estaba a una temperatura bajo cero.
Al alejarse a unos metros de la lancha, el joven cambio de dirección el nado para regresar a la lancha, pero de repente comenzó a gritar pidiendo ayuda, lanzando también manotazos al aire, para que sus amigos lo vieran y ayudaran.
Sus acompañantes se lanzaron al agua, pero no obtuvieron resultado alguno, no había ni rastros de Gerardo.
“Las aguas del lago en estas fechas con una temperatura cercana a los ceros grados centígrados, provocaron un fuerte calambre en el cuerpo del deportista, quien dentro de un mes cumplirá su primer aniversario de bodas y dentro de varios más sería padre, y aunque hizo desesperados intentos por llegar a la lancha y uno de sus amigos se introdujo en el agua, irremediablemente se hundió para ya no salir más”, se lee en la publicación de El Sol de Puebla del miércoles 26 de diciembre.
Después de varias horas fue dado por muerto, pero aun así sus amigos solicitaron el apoyo de los rescatistas de la Cruz Roja y Rescate y Primeros Auxilios de Puebla para recuperar el cuerpo. Los equipos de salvamento acuático terminaron la labor de búsqueda al anochecer y después de acabarse una docena de tanques de oxígeno sin poder localizar al occiso.
Los directivos de los equipos de bucear de ambas dependencias, mencionaron que a primera hora del día miércoles, una ambulancia iría a la Ciudad de México para llenar nuevamente los tanques de oxígeno en Acuamundo y así continuar la búsqueda del cuerpo.
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Después de varios días de buscar el cuerpo de Gerardo Morales López entre la maleza del fondo de la lago de Valsequillo, los trabajos se dieron por finalizados el viernes 28 de marzo, y las autoridades lo declararon muerto y su cadáver desaparecido.