A pesar de que fueron advertidos por un habitante sobre los peligros de la zona de El Aguacate, los nueve ciclistas decidieron continuar con la travesía y seguir su camino, sin saber que poco después movilizarían a los cuerpos de emergencia para lograr su rescate.
Cristina, esposa y madre de dos de los desaparecidos el pasado domingo en inmediaciones del municipio de Huehuetlán El Grande, en entrevista con este medio, dio a conocer que Francisco y Yombart acostumbran “rodar” en su bicicleta cada 15 días, desde hace aproximadamente un año y medio con un grupo de ciclistas conocido como “Apillas”, sin embargo, nunca se habían extraviado; agregó que normalmente salen cada domingo por la mañana y regresan ese mismo día por la noche.
El pasado domingo 31 de enero, el grupo salió muy temprano de casa de Francisco, lugar que habitualmente es el punto de partida para las rodadas. Ahí abordaron las camionetas y se dirigieron a la zona de La Panga, en San Baltazar Tetela, junta auxiliar del municipio de Puebla, donde estacionaron los vehículos y continuaron la expedición a pie; una sola persona fue quien decidió llevar su celular con él; este objeto fue determinante para su rescate.
Durante el trayecto se encontraron con un poblador deambulando por el sitio, quien refirió que en el lugar era casi imposible su desplazamiento a bordo de las bicicletas; a pesar del consejo del varón, los ciclistas decidieron seguir adelante.
Unas horas después, cerca de las 7 de la noche uno de los “bikers” envió un mensaje a su esposa, indicándole que no encontraban el camino de regreso, por lo que le enviaría su ubicación para que notificaran sobre su desaparición, aunque dicho aviso nunca llegó a su destinatario, pues la señal del móvil se perdió en el momento.
Ante la llegada de la noche y la inclemencia del frío, el grupo acordó dormir, espalda con espalda para calentar un poco sus cuerpos, ya que ninguno llevaba chamara; Francisco, incluso le dijo a su hijo que se echara sobre él para dormir abrazados.
Aunado a las bajas temperaturas, las personas tuvieron que cargar por horas sus bicicletas, pues el camino no permitía trasladarse a bordo de ellas.
Inclusive, intentaron encender una fogata con objetos que tenían al alcance de sus manos, pero fue en vano, pues nadie tenía conocimientos en supervivencia.
La señora Cristina recuerda que cuando se trasladaron hasta La Panga, los rescatistas de Protección Civil (PC) les indicaron que tenían que esperar hasta la mañana del lunes para continuar con la búsqueda de los ciclistas, por lo que todos durmieron en sus automóviles durante las siguientes horas.
Unas de las primeras acciones de los familiares fue la de contratar los servicios de un helicóptero que sobrevolara la zona para ubicar a los extraviados, mismo que tenía un costo de 40 mil pesos, no obstante, pensaron que podría tratarse de un fraude y desistieron de ello. Asimismo, poco después una aeronave de PC fue puesta a disposición de los agraviados.
Un pequeño río en el que los desaparecidos pudieron hidratarse, fue la esperanza para continuar su camino, aunque unos minutos después, al fin, fueron ubicados por un grupo de motociclistas voluntarios.
Una gran lección de vida quedó tras la experiencia. Cristina da gracias a Dios porque sus familiares, aunque doloridos por la caminata, regresaron sanos y salvos a casa.
Finalmente, Cristina agradeció la intervención de los cuerpos de emergencia y autoridades, quienes colaboraron para la búsqueda y rescate de los nueve ciclistas.