La fecha del 25 de julio del año 2000 quedó marcada en la historia de los pobladores de la comunidad de San Bernardino Tlaxcalancingo, junta auxiliar del municipio de San Andrés Cholula, donde cuatro personas resultaron con quemaduras causadas con cera tras haber sido víctimas de un exorcismo.
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Hace 24 años, Silvia Coatl Cuaya, Germán Zapata, Ernesto Simbro y Pascual Adrián resultaron con ampollas en diferentes partes de su cuerpo, luego de que varias personas, integrantes de un grupo de evangelización, encabezadas por el párroco del lugar identificado como Francisco Fuentes Gutiérrez, realizaron un ritual con el fin de “sacarles a los demonios”.
Según relataron en ese entonces los habitantes, el sacerdote, quien llegó a la localidad en 1988, tenía un pensamiento diferente sobre las cuestiones religiosas y desde entonces intentó cambiar algunas cosas, pues motivó a los ciudadanos a unirse a reuniones entre semana donde hablaban sobre este tipo de rituales.
Fue entonces que, en uno de estos encuentros llevaron a cabo una práctica religiosa en la que quisieron “liberar” a unos ciudadanos, a quienes acusaron que tenían espíritus malignos y solo los lastimaron.
La señalaron porque se le había metido un espíritu
Silvia Coatl Cuaya, una de las víctimas que alzó la voz y a quien más afectaron, comentó en ese entonces que ella fue señalada de haber jugado la ouija y que tras esto, el espíritu de su abuela la poseyó, porque hablaba a través de la joven.
Contó que el 25 de julio del año 2000, un integrante del grupo de evangelización la llamó por teléfono a su trabajo en la fábrica Filamex II y le pidió que fuera a una reunión, a una casa ubicada en la calle 24 de Febrero en el barrio de Cuayantla, propiedad de los hermanos Mario y Ofelia Juárez, vecinos de San Bernardino Tlaxcalancingo.
Al salir de su empleo, se dirigió a tomar el autobús para ir a su casa, no obstante, cuando bajó de la unidad para dirigirse a su domicilio ya la esperaban unos integrantes del grupo de evangelización, quienes la convencieron de acudir a dicha cita religiosa.
Una vez que llegó al inmueble donde estaban reunidas entre 50 y 60 pobladores, encontró que en el piso de la casa estaban las tres personas ya mencionadas, quienes habían sido bañadas con agua bendita y el párroco Francisco Fuentes las pisaba y les gritaba para que se les salieran los demonios. En tanto que, los demás participantes quemaban trapos como parte de este ritual.
Fue ahí donde la agarraron a la fuerza y la acostaron en el suelo para luego quemarla con la flama de los cirios en la espalda y las manos, mientras que a Germán Zapata lo afectaron en la cara, a Emesto Simbro y a Pascual Adrián en las palmas de las manos.
Tras lo ocurrido, la joven pidió que la dejaran ir, no obstante, la volvieron a quemar en los brazos y después de varias horas, pudo salir del lugar la madrugada del 26 de julio para irse a su casa. Una vez que llegó a su domicilio, sus padres la llevaron de inmediato al Nuevo Hospital Latinoamericano, días después fue trasladada al Hospital de Especialidades del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), también conocido como San José.
Debido a las afectaciones que tuvo, tanto físicas como psicológicas, los familiares de Silvia promovieron una denuncia ante las autoridades pertinentes.
Párroco escapó del pueblo
Luego de dicha situación que se salió de control, el sacerdote escapó del pueblo, mientras que los integrantes del grupo de evangelización se turnaron para evitar que algún vecino entrara a la casa del religioso y se llevara documentos u otras cosas.
Mientras que, el entonces arzobispo de Puebla Rosendo Huesca y Pacheco fue cuestionado sobre lo suscitado y aseguró que el padre fue suspendido temporalmente de sus funciones y posiblemente se encontraba internado en una institución psiquiátrica.
Días después negó que él fuera el que convocó a la gente a dicho domicilio para realizar un exorcismo.
Para agosto de ese mismo año, Francisco Fuentes Gutiérrez fue aprehendido y rindió su declaración en la que aseguró que él acudió al lugar donde se realizó un ritual debido a que una de las integrantes del grupo de evangelización solicitó su presencia, ya que ella supuestamente sufría ansiedad y desequilibrio emocional.
Según relató el entonces acusado, solamente se dedicó a rociar con agua bendita a otra mujer, por lo que negó su participación en las lesiones ocasionadas a las cuatro personas mencionadas.
Posteriormente, el párroco fue aprehendido y liberado bajó caución por 150 mil pesos, así como 100 mil pesos en garantía y 50 mil pesos para la reparación del daño.
Renunció a la titularidad de la iglesia
Fue a finales de agosto del año 2000, luego de la polémica y los procesos legales en los que fue involucrado, el religioso renunció a su titularidad de la parroquia de San Bernardino Tlaxcalancingo.
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Además, se destapó que antes de llegar a dicha localidad había sido asignado a la colonia La Cruz y la junta auxiliar de San Antonio Cacalotepec, donde la gente lo corrió por sus enseñanzas relacionadas con el exorcismo.