Quince personas muertas y decenas de heridos fue el saldo rojo que dejó el terrible accidente ocurrido la tarde del 21 de febrero de 1971, cuando un camión urbano con sobrecupo fue arrollado por el ferrocarril en el antiguo cruce de San Felipe Hueyotlipan (hoy puente).
El silbido del tren sólo sirvió para anunciar la muerte de los pasajeros, al ser ignorado por completo por el chofer del camión, Antonio Mora Zambrano, quien con intención de ganarle al paso a la locomotora, aceleró la máquina causando la desgracia.
No era la primera vez que sucedía este tipo de percance en el sitio, pero ninguno parecido con este accidente que causó enojo e indignación de la sociedad y de los diferentes sectores que levantaron un clamor de protesta.
Quedó volcado sobre su costado derecho
Eran las 16:10 horas cuando el tren de pasajeros 103, máquina número 5802, impactó en el centro de su costado derecho al autobús número tres de la línea Flecha Verde, lanzándolo a 70 metros de la carretera, cerca de las vías del tren.
Así lo dio a conocer oportunamente esta casa editorial, El Sol De Puebla. En la publicación se lee que el autobús quedó volcado sobre su costado derecho aprisionando varios cuerpos, algunos todavía con vida, y otros sin ella porque habían perecido al ser aplastados con las vueltas que dio la unidad.
Al silencio sepulcral posterior al encontronazo, le siguieron golpes en las ventanillas del camión de las personas que iban dentro del mismo para que fueran rescatadas por los curiosos que se habían arremolinado en el sitio del accidente.
“Luego se comenzaron a oír los gritos de dolor de los lesionados, pero también de las mujeres y niños que se acercaron al autobús a contemplar el cuadro macabro que se había producido (…). Cerca de la vía se hallaba el cadáver de una señora; más adelante un lesionado grave y junto a los cadáveres que se hallaban en el interior de la unidad, se veía maíz regado, frijol, anima les y pertenencias personales”, se lee.
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Momentos de angustia
El silbido del tren había sido escuchado por los pasajeros del autobús cuando este se aproximaba, ellos creyeron que el chofer lo había escuchado, pero no fue así, dijeron algunos de los sobrevivientes, quienes desde su lecho de dolor, relataron lo acontecido.
“Venía pitando el tren y el chofer no hizo caso, se cruzó y ¡zas!, un golpe y vi todo negro y muchas maromas. Al despertar estaba boca arriba con cuerpos encima de mí y sangre que escurría y manchaba mi ropa. Desesperado, como pude me levanté y ayude a otros, después varias personas me socorrieron y logré salir. Doy gracias a Dios por haberme salvado la vida”, dijo Gabriel Tejocote Jaramillo, de 19 años, quien solo resultó con golpes en el cuerpo.
Margarita Gómez de Potrero, de 25 años de edad, relató: “Solo oí un golpe seco y me aferré a mis dos pequeños, dimos vueltas y vi mucho polvo. Tronó mi brazo derecho, pero no solté a mis hijos. Mi esposo Mateo Potrero Monarca hacía intentos desesperados por ponernos a salvo, pero no sabía cómo”. Afortunadamente su esposo salvó la vida, pero quedó internado en el Seguro Social con diferentes golpes en el cráneo.
Labores de rescate
Los servicios de ayuda de la Cruz Roja fueron los primeros en llegar, su personal comenzó a sacar a los heridos por el parabrisas roto del camión. Para trasladarlos a las ambulancias tuvieron que pasarlos en camilla por debajo de los carros del tren y por las escalerillas.
El tren se había detenido a media autopista lo que provocó que, tanto de un lado como del otro lado del crucero, se detuvieran gran cantidad de vehículos cuyos tripulantes se bajaron a observar las dramáticas escenas
“Quejidos de dolor se escuchaban de la mayoría de los heridos que, mientras no podían ser trasladados en las ambulancias de Rescate y Primero Auxilios del Seguro Social y Cruz Roja, porque estas no se daban abasto, fueron tendidos en el pasto y en sus rostros y en todo el cuerpo se observaron heridas contusas”, dice la publicación.
Entre dramáticas escenas fueron identificados los fallecidos: Lourdes Galindo Tenáhuatl, de 32 años; Gabriela Sánchez Gutiérrez, de 33, hija de María Cruz Gutiérrez, de 63 años; Arturo Orea Arana, de 8 años; Nicolás Mora Quintero, de 35; Sebastiana Méndez de Mora, de 48; Ana María Ramírez de Flores, de 35; José Hernández Jasso, de 60; Roberto González Cruz, de 24 años; además de cinco no reconocidos que fueron llevados a la delegación y otros más al Hospital Civil.
Declara el culpable
El autobús Flecha Verde que se dirigía a San Pablo del Monte, era conducido por Antonio Mora Zambrano, a una velocidad de 70 kilómetros por hora, esto junto con el exceso de pasaje que llevaba el camión, habría hecho imposible que frenara.
El tren había salido 10 minutos antes de su terminal, ubicada en la 12 Poniente y 11 Norte, con dirección a la Ciudad de México, llevando como maquinista a Enrique Aguirre, quien en su momento declaró que el camión se había atravesado sin ninguna precaución y sin dar muestras de qué el chofer hubiera pretendido frenar.
De acuerdo al peritaje formulado por la Policía Federal de Caminos, la responsabilidad del accidente fue del chofer por no hacer alto frente a una vía férrea. Además del exceso de pasaje, se señaló que el autobús carecía de seguro de viajero y de inspección mecánica.
Contrario a lo que pudiera pensarse, el chofer de la autobús no es escapó del lugar sino esperó a que llegara la policía, que por cierto, llegó justo a tiempo antes de que lo lincharán las personas que fueron testigos del hecho.
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Al interior de una patrulla y mostrando un visible shock nervioso, el chofer declaró al reportero de esta casa editorial, que tenía 33 años de edad y cinco años de manejar autobuses. Dijo también que el dueño del camión Pablo Corona, lo había abordado por la mañana cuando salió de misa en San Pablo del Monte, para pedirle que trabajara el autobús número 3.
Asimismo, agregó que alrededor de las 15:20 horas, salió de la terminal de autobuses Flecha Verde que en ese momento se encontraba en la 24 Poniente, por la iglesia de El Refugio. También aseguró que iba a 50 kilómetros por hora, y advirtió que, cuando llegó al crucero de Hueyotlipan no pudo frenar porque fallaron los frenos, causándose así el fatídico accidente.
A pesar de qué el antiguo crucero de San Felipe Hueyotlipan era sitio constante de percances, ninguno fue parecido a este mortífero accidente que causó enojo e indignación de la sociedad y de los diferentes sectores que levantaron un clamor de protesta, sobre todo porque al día siguiente se observaron las mismas escenas de camiones retacados de personas viajando como sardinas, lo que reflejó la irresponsabilidad de las autoridades correspondientes.