Con un balazo en la cabeza fue como el joven estudiante, José Artemio Gil y Gil, encontró la muerte con 26 años de edad, después de una orgía en el hotel San Felipe, ubicado en la Prolongación de la 46 Poniente, carretera a Tlaxcala.
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Era la mañana del domingo 5 de marzo de 1972, cuando José Artemio junto con su acompañante y otras dos parejas, arribaron al hotel San Felipe para hospedarse. Les fue asignado el cuarto número 16-B y después de pagar el hospedaje, los seis jóvenes se dirigieron a la habitación.
Veinticuatro horas después, el lunes 6 de marzo, Isaac Medina Garate, empleado del hotel, fue avisado por la persona del aseo que una persona se desangraba en la habitación 16-B. Presuroso se dirigió a la habitación en donde encontró el cuerpo totalmente desnudo e inerte de José Artemio, en medio de un charco de sangre y con un balazo en la cabeza.
De inmediato informó al representante legal, Rubén Toquero Franco, que un huésped se había quitado la vida en el hotel de paso.
Indagaciones y hallazgo del caso
Mientras el licenciado arribaba al hotel, Medina Garate y otro empleado de nombre, Medardo García Díaz, indagaron entre sus compañeros de trabajo cómo y cuándo se había hospedado el occiso. Así supieron que la mañana del día anterior, habían llegado tres parejas a bordo de un automóvil con placas 72-UDD, a las que se les había asignado la habitación 16-B que comprendía dos recámaras.
En la habitación había un claro desorden y las sábanas revueltas, pero cuando Medina Garate encontró el cuerpo sin vida de José Artemio, de sus acompañantes no había ni rastro.
Cuando el representante legal arribó al hotel, se le informó lo ocurrido y rápidamente se dirigió a la habitación en donde encontró objetos personales del occiso y una bala.
Sin rastro de los acompañantes
En sus declaraciones ante el Ministerio Público, Isaac Medina dijo que ni él ni sus compañeros escucharon detonaciones, y que cuando entró a la habitación solo encontró el cuerpo sin vida del fallecido, porque no estaban ni las tres mujeres ni los otros dos hombres que lo acompañaban.
Por su parte, el licenciado Toquero Franco asentó en el acta respectiva el desorden imperante en la habitación, así como los objetos personales del occiso que había hallado, como un reloj, un anillo y credenciales de identificación, además de la bala sin utilizar calibre 22.
Mientras tanto, los elementos de la Policía Judicial buscaron por todas partes el arma homicida sin obtener resultados. Entonces se desechó la versión de que el joven se había quitado la vida, y se reafirmó la hipótesis de que José Artemio había sido asesinado el día anterior.
Complicidad y encubrimiento
“Orgia en un hotel con epílogo trágico, da pistas el padre del occiso”. Es el encabezado de la nota publicada por este diario, El Sol de Puebla, el martes 7 de marzo de 1972, con la que se informó de lo ocurrido a los lectores.
“Gustavo Gil Marín, de 63 años de edad, aportó algunas pistas y señaló nombres de amistades de su hijo, de 26 años. Dijo que el domingo, José Artemio le avisó que iba a ver a Fabiola, Gloria y Raúl Méndez”, fueron los datos referidos por el papá del occiso.
Al conocer esta información, los elementos de la Policía Judicial del Estado se avocaron de inmediato en la localización de estas personas.
Junto con la poca información que tenían, con la placa del vehículo e información vaga proporcionada por los empleados del hotel de paso acerca de las 3 mujeres y los 3 hombres que estuvieron el día domingo con José Artemio, los oficiales trataron de esclarecer el crimen.
El licenciado Julio Ortiz, agente tercero del Ministerio Público, informó que este día se darían a conocer los resultados de la autopsia practicada al cuerpo del joven de 26 años, José Artemio, quien indudablemente había sido asesinado.
Asimismo, aseguró que no se tenían más datos de lo ocurrido que los dados a conocer y que sería la Policía Judicial del Estado, la encargada de las investigaciones para dar a conocer a los presuntos culpables, tanto de homicidio como de complicidad y encubrimiento.
Sorprendente sesgo en la investigación
Un giro de ciento ochenta grados surgió en el caso de José Artemio Gil y Gil al haber sido revelados los datos arrojados por la prueba de la parafina que se le practicaron al cuerpo del occiso en las manos, y que convirtieron el supuesto asesinato en un suicidio.
El jefe de la Policía Judicial informó que la prueba de parafina practicada en la mano izquierda de José Artemio resultó positiva, y negativa en la mano derecha, quedando desvirtuado el asesinato.
“En el orificio de entrada del proyectil que segó su vida, se encontraron notables tatuajes de pólvora. Dicho orificio se encuentra en el cigomático (hueso) izquierdo de la cabeza del hoy occiso. Además, una ligera elevación de abajo hacia arriba en la dirección de la bala calibre 22, que hizo pensar inmediatamente en el suicidio”, se lee en la nota de seguimiento del miércoles 8 de marzo.
No obstante esta revelación, continuaron las investigaciones policíacas. Al mismo tiempo, casi se desechó la hipótesis que marcaba un crimen.
Surgen varias interrogaciones
¿Por qué no se presentan a declarar?, ¿Dónde está el arma?, ¿habrán estado jugando a la Ruleta Rusa?, ¿le habrán sostenido la mano a José Artemio y obligado a dispararse?, y muchas más preguntas que quedaron en manos de los investigadores.
Además de los rastros de pólvora en las manos del occiso, la autopsia practicada al cadáver de José Artemio, reveló que no estaba ni ebrio ni drogado, solo permitió conocer la trayectoria del proyectil y que en una pierna tenía un golpe producido por una patada o accidentalmente. Esto último, hizo pensar en una posible riña previa al desenlace fatal de la orgía.
De acuerdo a una fuente informativa de este diario, la Policía Judicial ya sabía el nombre de cuatro de los acompañantes del occiso, 2 mujeres y 2 hombres. También que tenían plenamente identificado el automóvil con placas 72-UDD, en el que llegaron al hotel de paso las tres parejas y en el que huyeron del lugar los 5 acompañantes. Se tenía la certeza de que los acompañantes no andaban lejos, porque había sido un suicidio, y sería cuestión de horas dar con su paradero.
El caso de Artemio, un acertijo
El día jueves 9 de marzo se informó que el análisis químico de la sangre de José Artemio encontrada en el piso y en uno de los muros de la habitación, corroboró la hipótesis de que el joven se quitó la vida.
Esta prueba química hizo que en un 90 por ciento las posibilidades se inclinaran hacia el suicidio y casi se deseche por completo un homicidio intencional. Pero queda en duda el por qué de la fuga de los acompañantes se lee.
El teniente coronel Enrique Rivera Cuervo, jefe de la policía judicial, dijo que ya se sabía lo que habían estado haciendo las tres parejas antes de llegar al hotel de paso, el domingo anterior. Aseguró que cuatro de los cinco acompañantes estaban plenamente identificados, solo se desconocía la identidad de una de las tres mujeres.
Asimismo, informó que se solicitó la colaboración de las policías de los estados vecinos, porque era probable que los sospechosos se hayan ido a refugiar a uno de ellos.
Por su parte, el fiscal que llevó el caso, Alfonso Ortiz, mencionó que en el cuarto del hotel referido se había encontrado otra bala calibre 22. Dejó entrever que era posible que el joven se haya quitado la vida, pero no descartó la versión del asesinato, sobre todo porque los involucrados se fugaron, lo que hace pensar en un posible homicidio.
Elementos del Servicio de Investigaciones, al otro día viernes 10 de marzo, revelaron que por las condiciones en las que se encontraban ciertos objetos levantados en el lugar de los hechos, hacía suponer que hubo un posible forcejeo o conato de riña en la habitación. Pero no había aún nada claro.
Identifican a otro masculino
La versión de los hechos ocurridos el domingo 2 de marzo en el hotel de paso, según los empleados del hotel, fue que eran tres hombres y tres mujeres los que habían estado en la habitación 16-B donde sucedió el crimen.
Pero la policía comprobó que fueron cuatro hombres y dos mujeres los que arribaron el domingo por la mañana al hotel. Los oficiales también lograron conocer con precisión el nombre de los varones acompañantes, dos estudiantes y un hombre adulto. También se aseguró que conocían perfectamente el nombre de las mujeres. Por razones de seguridad se omitieron todos los nombres.
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Tanto la Policía Judicial como el Servicio de Investigaciones señalaron que de un momento a otro se detendría a alguno de los acompañantes, porque se tenía la certeza que no habían abandonado la ciudad. Pero no fue así, porque el caso no se esclareció.